Es muy común la aparición de quistes en el hígado con la inquietud que eso causa en la persona a la que se le diagnostica.
Queremos esclarecer y a la vez tranquilizar a los seguidores del blog sobre este tema.
En primer lugar hay que aclarar que hay varias clases de quistes y evidentemente diferentes actitudes médicas y quirúrgicas.
El más común es el quiste biliar o simple. Es una colección de líquido seroso, que aparece en el parénquima hepático (más común tras importantes pérdidas de peso) generalmente son de pequeño tamaño y no hay que actuar sobre ellos.
Ocasionalmente pueden crecer. Independientemente de su tamaño lo aconsejable es realizar un seguimiento periódico, cada seis meses o un año, dependiendo del tamaño que alcancen y la rapidez de crecimiento.
En estos casos solo está indicada la cirugía cuando produce dolor o se complica (con bilis o hemorragia). El diagnóstico de seguimiento que se realizará por ecografía hepática se complementará con TAC o Resonancia, ante la sospecha de complicación y previo a la cirugía.
¿Cómo tratar los quistes complicados?
Aunque existe la posibilidad de realizar una punción-aspiración percutánea guiada por ECO o TAC, esta es ineficaz, pues aunque se aspire todo
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