Una de las enfermedades benignas que más asustan a quien la padece y más satisfacción producen al médico que las diagnostica y trata es la hernia “diafragmática” o para esofágica.
Esta hernia consiste en una abertura del diafragma a nivel del hiato esofágico, permaneciendo el cardias en su lugar anatómico, pero permitiendo a través del orificio herniario el paso de las vísceras al tórax.
La diferencia de presión, positiva en el abdomen y negativa en el tórax, hace que órganos como el estómago, colon, intestino, epiplon, incluso el bazo pasen al tórax produciendo una sintomatología atípica y variada, que no coincide con el concepto y clínica de la hernia de hiato, como es el reflujo y síntomas de esofagitis.
Las grandes hernias para esofágicas presentan una clínica relacionada con el órgano o víscera que ha pasado al tórax y con los efectos que esta víscera produce sobre el corazón y el pulmón; básicamente taquicardia, palpitaciones, disnea o ahogo en reposo, con el mínimo esfuerzo o después de la comida (cuando es el estómago el que ha subido al tórax)
La clínica de palpitaciones y disnea (ahogo) nos hace ir al cardiólogo, pensando que tenemos un problema de corazón. Y es
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